martes, 17 de febrero de 2009

Carroza de Fin de Siglo.

La otra tarde me encontré con este coche en la calle Águila, a un costado del edificio de Fin de Siglo, una de las tiendas más grandes de Cuba. Había algo irreal en el carruaje y su caballo. Durante unos quince minutos esperé al conductor, o tal vez a una probable modelo con ínfulas de princesa urbana. Me fui sin que apareciera nadie.

Con Fin de Siglo tengo una antigua relación. Es el edificio que recuerdo de mi primer recorrido por las calles de La Habana de la mano de mi padre. Habíamos dormido en una casa de huéspedes, Belinda, en la calle Neptuno. Bajamos a desayunar y me impresionó el ritmo vertiginoso de la ciudad con su tráfico, las cafeteras automáticas como diosas de brazos metálicos y la gente imitando la locura de las hormigas en sus rutas hacia los trabajos. En la cornisa de Fin de Siglo, ya nacionalizada la tienda, habían colocado una palma real. Siempre me ha quedado la duda si la palma es un recuerdo inventado.


El emblema de Siglo en la calle Galiano es uno de los más atractivos dibujos en las aceras de La Habana.

Fotos: Lázaro Sarmiento.

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