domingo, 30 de septiembre de 2012

EL MAR.


“Los hijos de las islas tardamos mucho tiempo en descubrir el mar. Primero soñamos con la nieve, con el lomo plateado del tigre, con la gracia del unicornio; y recorremos imaginativamente las llanuras de Gengis Khan y los palacios de Samarkanda, antes de descubrir el mar de todos los días de nuestra infancia. Sólo cuando perdemos la espuma, y el morado ventalle de la ridifigorgia, y la música perlada del gran caracol que derrama pegado al oído las melodías que luego copia el jilguero, comenzamos a sentir el dolor de la mar lejana. Es el manco quien sabe lo que vale un brazo; es el ciego quien conoce el tesoro de la contemplación ociosa de las nubes…”
Esto  escribió  Gastón Baquero en el prólogo  del cuaderno Las catedrales del agua (1981), de Edith Llerena.

Imágenes en la Avenida del Puerto de La Habana. Fotos: Lázaro Sarmiento.

martes, 18 de septiembre de 2012

CUANDO “SECUESTRAMOS” A ROSITA FORNES.



Por: Lázaro Sarmiento

Rosita estaba esplendorosa en su madurez física y artística. En unas semanas, La Habana sería la sede del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Por toda la ciudad se presentaban espectáculos para recaudar fondos para la gran fiesta. En esta ocasión, el cabaret Tropicana era el escenario de uno de los eventos. Y entre las figuras convocadas estaba Rosita Fornés. A ella habíamos ido aplaudirla Gladys Pérez, Ondina Mateo, Joaquín Baquero y yo. Gladys, periodista, muy joven entonces como todo el grupo, había entrevistado unas semanas atrás a Rosita para un radio documental de Radio Progreso. De pronto, Joaquín Baquero se levantó  y se perdió entre las mesas  del salón Arcos de cristal. Unos minutos más tarde regresaba eufórico acompañado por la mismísima Rosita Fornés. En esa época él no conocía personalmente a la ya legendaria vedette pero se la ingenió para arrancársela  de las manos a su media naranja Armando Bianchi  y traerla hacia nuestra mesa con el propósito de presentármela. La escena provocó una eclosión maravillosa entre mi timidez y el deslumbramiento. La estrella comenzó a improvisar un discurso cortés, en armonía con su glamour, hasta que apareció  Bianchi, quien tomándola del brazo le dijo con tono firme:

 -Vámonos, Rosa, sabes que no me gustan los secuestros.

jueves, 13 de septiembre de 2012

EL SHOW DE LA NOSTALGIA: BETTE DAVIS.

Por: Lázaro Sarmiento


En Radio Ciudad de La Habana, donde “BETTE DAVIS EYES”, en la voz de Kim Carnes, había sido una de las canciones favoritas, las referencias a esta legendaria actriz flotaban con frecuencia en el aire de la capital desde programas como Musicalísimo, Espacio abierto, Un domingo a los once, Banda Sonora de la Mañana, Hoy, Radio F y Palabras contra el olvido.

Envuelta en el humo de un cigarro, la mirada licuada en un vaso de whisky, siempre habrá en la nostalgia un lugar para Bette Davis, en cuya tumba hay este epitafio: Ella lo hizo de un modo duro.

¿Alguien recuerda cuál fue la película de Bette Davis que más veces pasaron en Cine del Hogar del Canal 6 de la Televisión Cubana?

CLUB LAFAYETTE, HABANA VIEJA.

Por: Lázaro Sarmiento
( fotos que no hice)

Detrás de esta puerta en la calle Aguiar había un escenario delicioso. Un salón pequeño mezclaba los restaurantes habaneros de los años cincuenta, el CAME de los ochenta y el kitsch espontáneo de los empleados. Yo tendría que tener una foto aquí cenando junto a Albis Torres y Sigfredo Ariel. Ellos me trajeron por primera vez a este lugar. Había paredes forradas de espejos que reflejaban los frijoles negros y nuestras caras con destellos de eternidad, como si la juventud fuera para toda la vida.

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