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lunes, 25 de agosto de 2008


Mirada de turista, bolsillos de lacayo.
Por: Lázaro Sarmiento

”Decir bulevar es decir París; decir París es decir bulevar. El bulevar es la calle genuinamente parisiense. Y la calle es la más gráfica proyección del alma de una ciudad.

“La multitud rueda por las amplias aceras, en masa compacta y ordenada. En las terrazas de los cafés –institución social de París-, rodeando las mesillas, en un clima de voluntaria cordialidad, cerrada por un tácito acuerdo colectivo, las afinidades agrupan a hombres y mujeres, a franceses y extranjeros, a burgueses y artistas, a sabios pensativos frente al vermú y a trotamundos impertinentes que cazan la mariposa de una aventura.

“La patria común es el bulevar.

“El bulevar es el escenario de los grandes movimientos del espíritu francés. ¡Cuántas visiones evoca esa palabra mágica¡ Revoluciones artísticas, connotaciones sociales, debates políticos, algaradas populares, duelos escandalosos por artículos de periódico, el ajenjo inspirado, la belleza deslumbrante de la mujer de moda, el devaneo de la modistilla, la tragedia de la niñita que propone ramos de violetas aterida de frío. ¡Inquietud, pasión, anclaje amable, resumen de la ciudad sabia y discreta¡

Este texto pertenece al libro titulado Bulevar, publicado en 1938 en La Habana por la editorial Cultural S. A. Su autor es el periodista y político cubano Ramón Vasconcelos En el excelente y muy bien documentado volumen Los propietarios de Cuba 1958, de Guillermo Jiménez (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006) se incluyen los siguientes datos sobre Ramón Vascconcelos Maragiliano: “Consejero Consultivo tras el 10 de marzo de 1952, Ministro de Comunicaciones en 1954-1958 y uno de los más destacados y talentosos periodistas, además de polémico político por sus constantes vaivenes entre los partidos y tendencias de turno.”

Y más adelante: “Su periódico (Alerta) recibía un pago mensual del gobierno de Fulgencio Batista y Zaldívar ascendente a $10.000 que él cobraba. Aunque abandonó el país en 1959 regresó en 1964 a vivir en él.”

Por su parte, el periodista Juan Marrero en un artículo titulado La libertad de prensa se identificó con libertad de empresa (La Jiribilla, edición digital, octubre, 2007) se refiere a esa realidad en la que estaba involucrado Ramón Vasconcelos.

“Cierto era que los propietarios de los medios aceptaban subvenciones de los gobiernos de turno y, a la vez, pagaban salarios de hambre a los periodistas, 22 pesos semanales. A algunos lograban sobornarlos convirtiéndolos en botelleros de dependencias estatales. Estas prácticas se hicieron más escandalosas en los años que siguieron al 10 de marzo de 1952, cuando una gran parte de los propietarios de los medios se puso al servicio de la tiranía de Batista. Subvencionados por Palacio Presidencial estaban dueños de publicaciones, directores, subdirectores y otros directivos de la prensa ".

Ramón Vasconcelos: Mirada de turista inteligente en el París de 1938; lacayo del Palacio Presidencial de Batista en la década del 50.
Foto del autor.
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