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miércoles, 25 de febrero de 2009

Radio y literatura.

“Sospechaba que los radioteatros se importaban, pero me sorprendí al saber que los Genaros no los compraban en México ni en Argentina sino en Cuba. Los producía la CMQ, una suerte de imperio radiotelevisivo gobernado por Goar Mestre, un caballero de pelos plateados al que alguna vez, de paso por Lima, había visto cruzar los pasillos de Radio Panamericana solícitamente escoltado por los dueños y ante la mirada reverencial de todo el mundo. Había oído hablar tanto de la CMQ cubana a locutores, animadores y operadores de la Radio -para los que representaba algo mítico, lo que el Hollywood de la época para los cineastas- que Javier y yo, mientras tomábamos café en el Bransa, alguna vez habíamos dedicado un buen rato a fantasear sobre ese ejército de polígrafos que, allá, en la distante Habana de palmeras, playas paradisíacas, pistoleros y turistas, en las oficinas aireacondicionadas de la ciudadela de Goar Mestre, debían producir, ocho horas al día, en silentes máquinas de escribir, ese torrente de adulterios, suicidios, pasiones, encuentros, herencias, devociones, casualidades y crímenes que, desde la isla antillana, se esparcía por América Latina, para cristalizado en las voces de los Luciano Pandos y las Josefinas Sánchez, ilusionar las tardes de las abuelas, las tías, las primas y los jubilados de cada país”.

El anterior texto pertenece a la novela La tía Julia y el escribidor, del escritor peruano Mario Vargas Llosa, publicada en 1977. La imagen es de la edición de 1986, de Seix Barral, Barcelona.

sábado, 18 de octubre de 2008

El erotismo de la radio.

“Aquel descubrimiento me preparó para apreciar el erotismo de una voz, igual que el cine me había enseñado a leer el erotismo de los rostros. De manera que ciertas voces de la radio entraron a saco en mis noches de niño y, según, la intensidad de las emociones, intensificaron la temperatura de mis fantasías”.


Estos textos son del libro El Peso de la Paja, Memorias El cine de los sábados (Círculo de Lectores, 1990), del escritor español Terenci Moix. En sus páginas evoca los años de su infancia y adolescencia en Barcelona durante las décadas de 1940 y 1950. El cine ya entonces era su gran pasión pero también descubrió la radio y todas sus ficciones.



El niño Terenci escuchaba los radioteatros desde la cama, donde comenzó a saber de las grandes pasiones y a medida que avanzaba el drama radiofónico… “las voces empezaban a excitarme, mi cuerpo se encogía sobre sí mismo y, cuando ya estaba convertido en un ovillo, la mano iba en busca del sexo y acababa cerrándose sobre él. Mientras esto hacía, la voz de un narrador contaba que ya anochecía sobre los tejados de Nueva Orleáns.”

“La voz de la criolla indómita y del rudo plantador dispuesto a domarla se instalaban en la oscuridad propagando timbres todavía más oscuros, despidiendo ecos roncos, respiraciones entrecortadas, respuestas insolentes y declaraciones atrevidas. De vez en cuando irrumpía el narrador, cuya voz nunca fue neutra, tanto participaba en la acción, describiendo climas cálidos, pieles sudorosas y hasta perlas que se encendían sobre el escote palpitante de la heroína”

“Así se iba encendiendo mi fantasía, y así iba yo cumpliendo el rito hasta que, de pronto, llegaba un mensajero para informar que Abraham Lincoln acababa de montar el cirio de la Secesión. Las escenas de guerra, tanto en la radio como en el cine, me aburrían soberamente. De ahí que siempre me haya parecido un pelmazo el señor Abraham Lincoln. Porque cortaba mis …CENSURADO…¡ en el momento culminante.”

Nota: El Peso de la Paja es el nombre de una céntrica plaza de Barcelona.
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