miércoles, 15 de octubre de 2008



La veneración de un monstruo.
Por: Lázaro Sarmiento

La madre de todas las películas de monstruos, para mí es la madre de diversas emociones personales.

Fue en una fecha de la década de 1960 cuando descubrí a King Kong frente a la pantalla de un aguerrido televisor Emerson. La memoria de aquella proyección es también la historia de un rapor. Lo mismo me sucedió luego con Los pájaros, Hair, El Jardín de los Finzi Contini, Bella de día y La nave va. Guardo más detalles del entorno en el cual descubrí estas películas y de la reacción emocional subsiguiente que de las historias mismas que contaban.

King Kong se estrenó el 2 de marzo de 1933 en el Radio City Music Hall, de Nueva York .El gorila batiéndose con una flota de aviones desde lo más alto del Empire State Building constituye una de las imágenes banderas del siglo veinte.

La heroína .El monstruo. Escenarios exóticos y remotos. La pelea con el dinosaurio. El peligro. Los nativos de la isla de Cráneo. La aventura .El misterio. Los mundos perdidos. La jungla de asfalto. Poderosos atractivos para un niño que quiere fabricar sus propios villanos y heroínas. Además, King Kong representó para este bloguero el deslumbramiento por el cine en una edad en que la mente es muy vulnerable a los estímulos.

Un monstruo movido por una rudimentaria animación stop motion puede recuperar escenas de un tiempo de mi vida que se parecía a la felicidad. Tal vez lo era.

lunes, 13 de octubre de 2008

Mi nombre alrededor del planeta.
Por: Lázaro Sarmiento

En el sitio Send Your Name Around the Earth
(http://polls.nasa.gov/utilities/sendtospace/jsp/sendName.jsp) se recepcionarán hasta el próximo primero de noviembre las solicitudes de los terrícolas que quieran incluir sus datos en el satélite Glory .Esta nave de la NASA partirá hacia una órbita terrestre en junio de 2009.

El satélite Glory tendrá la misión de estudiar los efectos de las partículas en la atmósfera y la influencia del Sol en el clima terrestre. El ingenio espacial formará parte del Tren A, formado por satélites de observación que completan una órbita terrestre cada 100 minutos.

Esta información me recuerda dos programas de la radio de la capital cubana de principios de la década de 1990 que se referían al tema de los satélites con bastante frecuencia. Uno se titulaba Fuera de serie y se originaba en COCO, emisora dirigida durante mucho tiempo por el legendario periodista Guido García Inclán.

Fuera de Serie arrancaba con esta presentación: Objeto Volante No Identificadlo sobre las antenas de la COCO. Prepárense para este encuentro “fuera de serie”. Además de la música, el programa incluía noticias sobre la exploración del espacio, computación, medicina, robótica y logros científicos.

El otro programa se titulaba Radio Futuro. Se transmitía a las 22 horas desde la antena de Radio Ciudad de La Habana, en el corazón de La Rampa, el barrio preferido de los jóvenes de la capital. Los locutores de Radio Futuro, Gladys Roque y Danilo José, enviaban cada noche el siguiente mensaje: Llamando a todas las estrellas. Llamando a todas las estrellas. Si en el universo hay seres capaces de captar este mensaje, que respondan!

El poeta Sigfredo Ariel opina que en algún rincón del cosmos han de estar amontonados cientos y cientos de estos mensajes de Radio Ciudad de La Habana “lanzados al Enigma con toda impunidad".

viernes, 10 de octubre de 2008

Publicidad en los aceras de La Habana.
Por: Lázaro Sarmiento

Variedad de letras en estos anuncios ubicados en los pisos de portales y aceras de La Habana. . Mensajes que en la mayoría de los casos hace tiempo perdieron su función original. Palabras grabadas en el granito y el cemento para realzar la entrada de tiendas, cafés, hoteles y otros establecimientos.

Publicidad en los pisos que no aspiraba a competir con aquellas vallas posadas como insectos de patas metálicas sobre los techos de La Habana. No obstante arrastrarse por los suelos, había elegancia en estos adornos. Diseñados para ser vistos cuando miramos por donde caminamos, ya hoy constituyen una especie de arqueología de gran ciudad.

Los enamorados se transforman en monstruos.
Por: Lázaro Sarmiento

Cualquier enamorado se transforma en un monstruo en algún momento. Esto afirma el escritor Andrew Sean Greer (Washington, 1970). Me gusta su novela “Las confesiones de Max Tivoli”. Me gusta como este autor mira la vida y las respuestas que da a la prensa. Pero no voy a referirme a sus libros.

Buscando entre mis recortes de periódicos (los cuales se niegan a rendirse a la computadora), encontré una entrevista a Andrew Sean Greer que le hizo en enero de 2005 Gabi Martínez para el periódico La Razón, a raíz de la publicación en España de “Las confesiones de Max Tivoli” (Editorial Destino).

“-¿Qué es un monstruo para ti?

-Una criatura egoísta .Los niños son monstruos, las madres rara vez lo son. Los artistas son monstruos; y los hombres de negocios; también los seductores y los hombres malos. Cualquier enamorado se transforma en un monstruo en algún momento, y estamos dispuestos a manipular o perjudicar -¡al objeto de nuestro amor¡-por mantenerlo. A menudo, King Kong es citado como una gran historia de amor, y estoy de acuerdo.

“Yo quería que el sentimiento de amor y felicidad fuera como un pájaro en el pecho de Max, saltando de rama en rama, nunca posado quieto. Porque nunca somos el mismo, en ningún momento. Los grandes amantes navegan y dudan y se mueven adelante y atrás, varias veces al día, incluso a lo largo del mismo día. Somos criaturas intrincadas, y esto hace todo más difícil. Y, como Alicia, uno debe correr tan rápido como pueda sólo para quedarse en el mismo lugar”.

-“El verdadero amor nunca es discreto”, ha escrito…

-Nunca. Es fácil verlo en la cara de cualquiera, o en sus acciones, en su vida, cuando responde al teléfono de un modo determinado, o se viste de tal o cual forma. El enamoramiento ansía expresarse. Lo que pasa es que a menudo estamos demasiado en nosotros mismos para advertir el enamoramiento de otros…o para acepar que alguien está enamorado. La gente casada siempre dice estar buscando una pareja para sus amigos solteros. Pero en realidad les gustan solteros porque así no deberán compartir su atención con nadie más.”

Deberíamos hacer públicas nuestras experiencias como monstruos.
Foto: Nam Goldin

martes, 7 de octubre de 2008


El Che de mi abuela.
Por: Lázaro Sarmiento

Entre las figuras a las que mi abuela encendió velas en su vida sobresalen San Lázaro y Che Guevara.

Lázaro era su Santo protector porque, decía ella, había salvado a su nieto cuando nació sietemesino en una finca distante de cualquier hospital con incubadora de oxígeno.

Al Che lo consideró un santo porque, según argumentaba, había renunciado a los cargos y honores que merecía por ser uno de los comandantes victoriosos de la Sierra Maestra y se había ido a luchar por los oprimidos a otras tierras del mundo, dejando atrás casa y familia.
El día en que supimos era cierta la noticia de la muerte del Che, mi abuela en su homenaje encendió una lamparita: la tapa de un pomo con aceite de cocina y un mechita de algodón. No sé si entonces escaseaban las velas o ella prefería el recurso rudimentario de la tapita con la que se han evocado a tantos espíritus en Cuba.

El Che era fotografía, canción, cientos de anécdotas sobre sus ideas y carácter, cartel urbano, nombre en reuniones públicas y gritos de pioneros por el socialismo seremos como el Che. Luego estaba el misterio de sus rutas por el mundo y de su paradero.


Y de aquel torbellino de imágenes y sonidos que rodearon la adolescencia de muchos cubanos como yo, permanece en mi memoria la imagen de una abuela, callada y dolida, frente a la muerte del Che como la de un ser cercano, querido.

Hay distintas maneras de reaccionar ante la noticia irreversible de una muerte. Para algunos lo más sano es dejarse llevar por los sentimientos porque hay un momento en que resulta inútil ponerle camisas de fuerza a la emoción. Luego habrá tiempo para secarse las lágrimas y reflexionar sobre el significado de una vida y la lección de sus actos.


Por eso mi abuela, que no era más revolucionaria que los demás, - y seguramente no comprendía cabalmente las doctrinas del Che- estuvo todo ese día de octubre dialogando con su propia tristeza. Y mientras miraba a sus nietos almorzar en silencio, tuve la impresión de que quería apretarnos más fuerte de lo habitual con su lazo de ternura, algo casi imposible porque ya nos mimaba al máximo.


Yo no tenía entonces la madurez para darme cuenta como la historia y los héroes entran de mil maneras en la intimidad de las familias .Ese hombre estaba vinculado a las cosas importantes que a mi abuela le habían pasado desde que triunfó la Revolución en 1959.


Lo primero, cuando los antiguos propietarios de la vivienda donde había sido doméstica por treinta pesos al mes le escribieron desde Miami y le dijeron: - Margot, cuídeme bien la casa-.Ella les contestó:
- Esta casa me la dio Fidel Castro.


Mi abuela sabía que algunas de las cosas positivas que le estaban sucediendo tenían que ver con los comandantes que rodeaban a Fidel, entre ellos el Che. Y la lámpara rudimentaria de aceite que ella encendió aquel día era su manera personal de mantenerlo vivo.

Hay hilos invisibles entre la memoria familiar y el culto a los héroes.
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