lunes, 14 de febrero de 2011

AMOR, любовь, 愛 , love…

Por: Lázaro Sarmiento

Me gusta escuchar y (a veces con morboso interés) las historias de amor ajenas. Pero siento indiferencia frente a la seguridad y la profundidad con las que algunas voces expresan teorías sobre esta esfera. En el otro extremo están los que, cada 14 de Febrero, la celebración íntima entre dos la extienden a los amigos, la familia, el trabajo, las multitudes… Creo que el calendario tiene suficientes días para festejos masivos. El de hoy prefiero disfrutarlo en el ámbito estricto de la relación de pareja. Después de miles de años de sufrimientos y placeres, sigue siendo difícil extrapolar a la vida real los mecanismos por los cuales nos enamoramos de otra persona, si bien los científicos han descifrado muchas de las claves químicas que intervienen en el proceso. Ni las experiencias acumuladas, ni las previsiones, ni la información o los discursos cambian el hecho de que en el amor casi siempre estamos pisando terreno movedizo.

LOS ENAMORADOS SE TRANSFORMAN EN MONSTRUOS.

“Cualquier enamorado se transforma en un monstruo en algún momento, y estamos dispuestos a manipular o perjudicar -¡al objeto de nuestro amor¡-por mantenerlo. A menudo, King Kong es citado como una gran historia de amor, y estoy de acuerdo.” (Andrew Sean Greer)

HACER EL AMOR EN MEDIO DE LA CIUDAD.

Al igual que los elefantes necesitan esconderse en la espesura de la selva para hacer el amor, muchas “parejas raras” de la década de los años 80 buscaban la privacidad en la profundidad de hoteles venidos a menos. Uno de esos hoteles alejados de su esplendor original era el Regis, ubicado en el Paseo del Prado de La Habana.

Créditos de las imágenes:
Arriba: Brett Wexler. Este artista es capaz de mostrar con una simple caricia, el amor entre dos.
Abajo: Claude Bibeau , PaixetAmour. Dibujante de momentos íntimos.

domingo, 13 de febrero de 2011

LA LLUVIA: PERSONAJE INOLVIDABLE.


En los inicios de Confieso que he vivido, Pablo Neruda escribió:

“Comenzaré por decir, sobre los días y años de mi infancia, que mi único personaje inolvidable fue la lluvia. La gran lluvia austral que cae como una catarata del Polo, desde los cielos del Cabo de Hornos hasta la frontera. En esa frontera, o Far West de mi patria, nací a la vida, a la poesía y a la lluvia”.


Pablo Neruda (1904-1973) advirtió al lector de Confieso que he vivido:

“Las memorias del memorialista no son las memorias del poeta. Aquél vivió tal vez menos, pero fotografió mucho más y nos recrea con la pulcritud de los detalles. Éste nos entrega una galería de fantasmas sacudidos por el fuego y la sombra de su época”.


martes, 8 de febrero de 2011

MIEDO

Por: Lázaro Sarmiento

Me habla de sus viajes por aire desde La Habana a Santiago de Cuba. Le tiene pánico a los aviones pero esa sensación disminuye cuando está junto a su pareja. Siempre trata de que lo acompañe en sus angustiosas travesías por las nubes. Si la relación pasa por un mal momento, la pareja lo castiga con un silencio de hielo durante todo el vuelo. Ni una palabra. Mi amigo prefiere esa mudez aérea a la posibilidad, por remota que sea, de sentirse solo en caso de accidente. Y mientras hace la historia, recuerdo la frase de Marguerite Yourcenar:
“En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo.”


Antiguo local de la compañía aérea KLM , en la esquina de Trocadero y Paseo del Prado, La Habana.
Arriba: Instalación del pintor Agustín Bejarano.

lunes, 7 de febrero de 2011

FACHADAS DE CENTRO HABANA.



El magnífico cine teatro Astral fue remozado hace unos años. Ubicado en Infanta, esquina San Martín, Municipio Centro Habana, es sede de múltiples eventos culturales. Últimamente ha presentado espectáculos humorísticos con gran éxito de público.


En este edificio de elegancia ajada en la calle Reina estuvo el antiguo diario cubano El País.



La Residencia Estudiantil de la Escuela Nacional de Ballet, en la calle Zanja, esquina Aramburo, en Centro Habana, cuenta con confortables dormitorios, áreas gastronómicas, salones de estudio, tabloncillos de ensayo y locales terapéuticos.

Fotos de fachadas: Lázaro 06.02.11

sábado, 5 de febrero de 2011

BAILES EN LA CARRETERA.

Por: Lázaro Sarmiento

Estuve años buscando esta foto en los recuerdos de la familia. En mi infancia, escuché mucho hablar de los bailes en Mocha, una diminuta localidad en la carretera entre Madruga y Matanzas. La muchacha que aparece en el centro de la imagen es mi tía Rosita. La escoltan su novio y su cuñado. Cuatro años después de esta foto, Rosita se mató jugando a la ruleta rusa. Como apretó el revólver convencida de que la bala del arma no estaba ligada a su destino, murió con una expresión plácida en el rostro. Fue un mediodía en la terraza de mi abuela en Santos Suárez.

En una ocasión, mi abuela quería que Rosita y Gina, mi otra tía, regresaran temprano a la casa y como garantía de que ellas no se excederían en su salida nocturna, exigió que me llevaran al paseo. Yo tenía entonces ocho años y me gustaba acompañarlas pues comenzaba a interesarme la vida de los adultos. Esa noche mis tías y sus novios fueron a un night club en las afueras de La Habana. Me dejaron sentado en el asiento trasero del automóvil, pensando que terminaría dormido. Pero su sobrino quería tener los ojos bien abiertos para observar lo que ocurría fuera de los cristales del auto.

Una música con trompetas y percusión se oía muy cercana. En el parqueo, el metal de los carros revotaba las luces de un anuncio de neón azul y naranja, con la imagen parpadeante de una bailarina. Las parejas entraban y salían del club besándose o susurrándose cosas al oído. Ellos con los brazos enlazados a las cinturas de las mujeres. Sonreían de una manera que yo desconocía. Montaban en los autos y ellas se enroscaban como serpientes en los cuellos de los hombres. En los asientos, algunas manos con las uñas pintadas se apoyaban en los muslos de los hombres, cuyos pantalones parecían hincharse hasta que ellos encendían los motores. Pisaban los pedales. Y en unos segundos las máquinas se perdían en la carretera. Seguro que iban hacia otros sitios encantados bajo el cielo estrellado.

Las excursiones con Rosita y Gina aumentaron en los dos años siguientes. Y la vida de los adultos me pareció entretenida, amorosa y festiva hasta el mediodía en que escuché un disparo en la terraza de mi abuela. Había llegado la hora de comenzar a descubrir las sombras que oscurecen las luces de los bailes.




Boda de mi tía Rosita en la casa de Santos Suárez. Yo en el centro junto a mi prima Cachita. Detrás mi abuela Margot y a su izquierda Gladys, mi mamá.


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